sábado, 19 de febrero de 2011

Imaginate esta pelotudez

Imaginate ser Mauri. Nunca un movimiento mayor al inevitable.
Nunca saber dónde poner la toalla a secar tras una ducha. Y menos secar el piso.
Nunca saber en qué parte del súper se exhibe la crema de afeitar. Y menos la harina 0000.
Nunca saber qué es lo que hay en la heladera. Y menos qué es lo que falta.
Nunca saber cómo se prepara un café. Y menos un mate.
Nunca saber qué es no saber qué ponerse para una entrevista laboral. Y menos no tenerla.
Nunca saber qué es patear 15 cuadras para ahorrar un boleto. Y menos no tener hacia dónde ir.
Nunca saber qué es esperar un bondi. Y menos viajar una hora parado.
Nunca saber qué es cumplir un horario. Y menos las horas extras.
Nunca saber cómo suena el “comprame” reiterativo de un niño. Y menos el “tengo hambre”.
Nunca saber cómo se siente saber a los hijos sin herencia. Y menos sin futuro.

En fin.

Imaginate cómo un tipo que nunca sabe siquiera una parte de la vida real de un cualquiera de nosotros, puede representarte o, en otro aspecto, cómo un tipo que es como un niño ávido de caramelos, puede ser capaz de cuidar y redistribuir la gran bolsa azucarada. Pero no se trata sólo de eso. Los niños ricos con tristeza también tienen necesidades, especialmente cuando su padre los llama PELOTUDO. Imaginate entonces todo el dinero puesto en que la furia roja diga slóganes amarillos cuyo primordial objetivo es sostener el bastón presidencial mientras de la boca sale un “tomá, hijo de puta”.

Claro que luego de esta revancha familiar Mauri va a seguir pelotudeando y de vacaciones, como ahora. O quizá un poco más porque es muy molesta una oficina con un trasfondo de “vecinos” caceroleando sin televisación, jodiéndose por ser más pelotudos que EL pelotudo.

Nota: quien quiera copiar y enviar este texto por e-mail, que lo haga.

http://lapipidecaseros.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario